4/4/11

Japón

Artículo de Lucía Etxebarría en el periódico ADN.

¡Animales!

Ayer leí en el periódico la noticia del perro sobreviviente del tsunami, encontrado en el mar. Los japoneses enviaron un barco para rescatar al perro. Me recordó a otra noticia del 2006: el espectacular rescate de un perro vagabundo atrapado en un risco de una montaña en Japón, en el que participaron 17 bomberos y cientos de civiles voluntarios.


El pasado 10-M en Vitoria un grupo de animalistas denunció a la policía de Llodio la situación de maltrato que sufría un can atado a una correa y en estado de desnutrición. La policía se presentó en el caserío. El casero dijo que el perro era suyo y que con él hacía lo que quería. La policía, contenta por la explicación. Cuando el animalista Kepa Tamames hizo notar a la policía que el código penal protege al perro (art. 337) recibió por respuesta: ¡una citación judicial por desobediencia civil!

Los japoneses nos han dado una lección de dignidad con su respuesta zen (en el sentido literal) ante la tragedia. Nos dan una lección también en el respeto que muestran hacia la naturaleza. El sintoísmo entiende que hay que respetar a los animales y a los árboles porque todos formamos parte del mismo Todo que nos integra, y compartimos un alma común. Lo mismo viene a decir un científico como James Lovelock con su teoría de Gaia.



Iba a decir que el policía se comportó como un verdadero animal, pero un animal habría demostrado bastante más sentido común. No solo es que el hombre sea un lobo para el hombre: el hombre es un lobo para el lobo.

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